La vocación de educador tiene para S. Pedro Poveda una función ejemplar. Se atreve a pedir como característica fundamental del educador el amor incondicional en cuanto a voluntad de formación de otro. De este amor dice que es sufrido, no se irrita, no piensa mal, todo lo espera y lo soporta todo. Sabe respetar la diferencia sin pretender la asimilación ni el dominio del discípulo. El educador se hace próximo a cada uno mientras conserva su propia identidad.Consciente del papel fundamental que desempeñan quienes se educan en la tarea de educar, dedicó muchas de sus energías a proponer y realizar iniciativas encaminadas a favorecer la formación del profesorado.
En la actualidad, nuestro profesorado está compuesto de doctores, ingenieros, licenciados y diplomados con titulaciones que les capacitan ampliamente para poder desempeñar su labor como enseñantes, y además, actualizan continuamente estos conocimientos realizando cursos de especialización en distintas áreas relacionadas con su labor docente.
Trabajo en equipo, transmisión de la experiencia adquirida, esfuerzo personal, deseo de hacer las cosas bien y espíritu de mejorar continuamente son algunas de las virtudes de nuestros profesores.
Pero éste no es el único aspecto de su formación; además de enseñantes han de ser buenos educadores, y es ahí donde la referencia a la figura de nuestro «educador de educadores» marca el camino a seguir. La cercanía con nuestros alumnos, el deseo de que cada uno desarrolle su propia personalidad y el interés porque sean personas buenas y comprometidas con todo y con todos, son objetivos de nuestra labor diaria.